Las metas que se encuentran en los ciclos motivacionales pueden ser innatas o aprendidas. Como los demás aspectos de la conducta, se pueden hallar presentes al nacer, o aparecer a lo largo de la maduración con poco o ningún aprendizaje de por medio. Por otro lado, las metas son aprendibles; por ejemplo, la mayoría de nosotros hemos llegado a apreciar el dinero, queremos tener amigos, realizarnos en algunas fases de la vida y nos gusta la aprobación social. Todos estos motivos suponen metas aprendidas.
Aprender metas es un proceso básicamente simple y ocurre cuando algún estimulo neutro que todavía no es meta se conjunta con una meta no aprendida. El dinero en si no es más que papel o metal sin valor, pero se torna valioso porque se junta o asocia con la satisfacción de metas primarias; comprar comida, bebidas y otras cosas que son metas primarias. Estos ejemplos de metas aprendidas son metas aprendidas positivas. Como otras metas, las metas pueden ser positivas o negativas.
La mayoría de las cosas que hoy como adulto tememos, no las temimos de niños. Llegamos a temerlas a través de un proceso de aprendizaje. Los temores aprendidos, a su vez, nos motivan a aprender otros hábitos para escapar o evitar metas negativas aprendidas.
El hombre adquiere una cantidad de metas aprendidas y las conserva a lo largo de casi toda su vida. Así, por ejemplo, los temores se aprenden pronto y quedan aprendidos a menos que hagamos ciertas cosas incomodas para desaprenderlos. En cambio, el aprendizaje de metas aprendidas positivas no dura tanto; para que duren deberán reforzarse de cuando en cuando mediante el logro de metas primarias.
¿Podemos explicar el hecho de que la gente siga trabajando duro y sostenido en la consecución de algunas metas diciendo únicamente que estas metas estuvieron asociadas en algún tiempo con metas primarias?
Fuente: tomada, con modificaciones, de SMITH/Psicología de la conducta industrial.